En Este
parque natural encontramos la naturaleza de un río, el Duero, que ha creado profundos
encajonamientos, excavando un profundo barranco que, en algunos
sitios, es de más de 400 metros. La peculiar
topografía, que conforma un valle a salvo del viento y sometido al sol,
propicia un microclima mediterráneo que contribuye a la diversidad vegetal.
Este Parque Natural se encuentra en un entorno privilegiado,
único. Los Arribes es una extensa zona, desde el noroeste
de Salamanca hasta Zamora en la que el río Duero ha excavado un profundo
barranco y, en algunos sitios, de más de 400 metros.
Las múltiples rutas de las que se puede disfrutar pueden ser adaptadas a
cualquier nivel de dificultad. Desde Salamanca hasta la comarca conocida
como Las Arribes del Duero, en el occidente de las provincias de Salamanca y
Zamora, encontramos la naturaleza de un río, el Duero, que ha creado profundos
encajonamientos entre las tierras españolas y portuguesas que cruza, con casi
un centenar de kilómetros de recorrido fluvial, donde el microclima
característico de arribe y la inaccesibilidad de los farallones de granito
facilitan un hábitat exclusivo.
Las
distintas fuentes consultadas, me indican que, es en la parte lusitana en la
que este entorno natural goza de la calificación de espacio protegido, mientras
que, en la zona española, son muchos los años pasados sin ver convertido el
entorno en parque natural que, al estar compartido entre ambos países,
sería considerado internacional.
Esto indica la importancia y el interés ecológico de un área geográfica, sita a
caballo entre dos provincias y dos naciones, que, muchos, han bautizado como el
Gran Cañón Ibérico.
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Todos podemos quedar
entusiasmados de esta naturaleza, mientras descendemos lentamente por el río, navegando
silenciosamente por el gran cañón, podemos ver el vuelo de las águilas reales,
los nidos de las cigüeñas negras o el pozo de las nutrias, todo esto situado
sobre las abruptas y elevadas paredes del acantilado, que también nos muestran
cascadas, encinas arraigadas en las grietas e incluso restos arqueológicos. Por la diferencia de
clima y cultivos, la Ribera se distingue marcadamente del terreno que la rodea,
y así, en cuanto desaparecen el olivo, la vid, y el almendro, termina la tierra
propiamente riberana, que tiene a todo lo largo del río una anchura de 6-8
kilómetros, de los cuales 2-4 lo constituyen las Arribes.
Las especiales condiciones
geográficas han creado una reserva y un microclima casi mediterráneo, lo que ha
propiciado que muchas especies de rapaces como el águila real, el buitre
leonado, el águila perdicera, el alimoche y el cernícalo entre las más
conocidas se encuentren en este entorno.
La cigüeña negra que está en peligro
de extinción nidifica aquí y si las condiciones son favorables , pueden verse
vencejos reales, cormoranes y ánades reales. Los animales terrestres como
nutrias o jabalíes, son mas difíciles de ver ya que solo acuden al río a
beber.
Por su parte, la vegetación característica del cañón son encinas,
enebros, fresnos, alisos, arces y madroños.
Las Arribes son conocidas por los lugareños
con otras denominaciones como: la Ribera, la Ribanza, las Arribas, los
Arribazos, los Arribes, según nos encontremos en Zamora o Salamanca, si bien el
término de “la Ribera” hace referencia únicamente al terreno directamente
colindante con el río Duero. Presentan unos rasgos físicos, tanto geológicos y
geomorfológicos como climáticos, que le dotan de cierta peculiaridad, así como
una escasa densidad de población. Las tierras alejadas de los ríos presentan
una larga y suave pendiente hacia ellos y es donde están asentados los núcleos
de población. La parte inmediata a las corrientes de agua, es escarpada, de
pendiente brusca, exuberante en vegetación: enebros, hojaranzo, jara,
almendros, limoneros, naranjos, cerezos, guindos, chumberas, cactos.
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La climatología es muy importante en esta
zona, es a la par el turismo es muy importante. En las Arribes se diferencian
claramente dos zonas: por un lado la correspondiente al propio valle del río,
con un clima suave y atenuado y; por otro, la cresta de la penillanura, con
valores de temperaturas y precipitaciones más continentales y rigurosos.
Las
Arribes se caracterizan por tener inviernos más cortos, suaves y húmedos que
los de la penillanura, trayendo aparejado, como consecuencia de esto, la
práctica inexistencia de heladas. Los veranos son más largos y calurosos.
Un buen lugar para olvidar el desarrollo
de las grandes ciudades y desconectar del ajetreo urbano, entre cortinas,
antiguos molinos de harina, puentes y pontones para carros, horneras para cocer
el pan, chozos para guarecer a los rebaños, telares y fuentes. Gentes que se
aferran a sus costumbres, la naturaleza, la ganadería y la agricultura, en un entorno
descuidado, en lo concerniente a las carretera, y que aprovechan sus escasos
recursos al máximo.
Aunque ya se ha mencionado, lo repito de
nuevo, el impacto visual del visitante es brutal cuando llega al borde de la
garganta geológica de los Arribes, la parte que da nombre al parque. Un
impresionante espacio natural de abruptos cañones y desfiladeros, por donde el
río discurre formando un serpenteante y caprichoso cauce que puede alcanzar los
400 metros de desnivel. Estos enfilados barrancos bajan hasta el Duero, a cuyo
paso crea una frontera natural con la vecina Portugal.
Terminamos indicando que, en el plano
socioeconómico, es una zona con escasez de infraestructuras que se encuentra en
un continuo proceso de despoblación y fuerte envejecimiento. En los últimos
años, las principales iniciativas inversoras de la zona han venido de la mano
del comercio minorista transnacional y del turismo. Este último, motivado
principalmente por la belleza paisajística. Esta paisaje hay que venir a verlo.
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