El creador de la astronomía moderna nació en Torún el 19 de Febrero de 1473. Fue un astrónomo polaco, conocido por su teoría que sostenía que el Sol se encontraba en el centro del Universo y la Tierra, que giraba una vez al día sobre su eje, dando cada año una vuelta alrededor de él.
Nicolás Copérnico (1473-1543) fue un astrónomo polaco, conocido por la teoría heliocéntrica, según la cual el Sol se encuentra inmóvil en el centro del Universo y la Tierra gira alrededor de él, teoría opuesta a la de Ptolomeo, según la cual el Sol y los planetas giran alrededor de una Tierra fija. Estudiante de humanidades en Cracovia, años más tarde se trasladó a Bolonia para sus estudios de derecho canónico, pero pocos años después, concretamente en el año 1500, se doctoró en astronomía en Roma. Copérnico vivió en el palacio episcopal de su tío en Lidzbark Warminski entre 1503 y 1510, y trabajó en la administración de la diócesis y en las actividades contra los caballeros Teutónicos.
En 1543, publicó su obra más celebre, titulada sobre las revoluciones de los cuerpos celestes, poco antes de morir ese mismo año. Como decíamos anteriormente, Copérnico se planteó que, en vez de ser las esferas las que giraban alrededor de la Tierra, podría ocurrir que la Tierra girara alrededor de su eje una vez al día. Idea que no era demasiado original porque se les había ocurrido antes a otros. Sin embargo, la verdadera aportación de Copérnico fue la de proponer que la Tierra no era el centro del mundo, sino que la Tierra y todos los demás planetas se movían describiendo círculos alrededor del Sol. A partir de ese momento, los navegantes y los astrónomos disponían de un método mucho más sencillo para realizar sus cálculos. Bastaba suponer que la Tierra y los demás planetas giraban alrededor del Sol.
Copérnico estaba consciente de los problemas que sus descubrimientos le podían acarrear, sin embargo, no dudó en continuar trabajando en la comprobación de la teoría heliocéntrica. Su objetivo era demostrar la Tierra como centro del universo era errada, y que lo correcto era que el Sol constituía el centro y era la Tierra la que giraba en torno a éste y el legado consiste en haber proporcionado las bases para formular la teoría heliocéntrica.
Es a partir de sus postulados que otros científicos, como Galileo Galilei, reformularon el ordenamiento del universo. Una de las aportaciones de la teoría de Copérnico era el nuevo orden de alineación de los planetas según sus periodos de rotación. La mayoría de sus seguidores servían a la corte de reyes, príncipes y emperadores. Los más importantes fueron Galileo y el astrónomo alemán Johannes Kepler, que a menudo discutían sobre sus respectivas interpretaciones de la teoría de Copérnico. En el siglo XVII, con el auge de las teorías de Isaac Newton sobre la fuerza de la gravedad, la mayoría de los pensadores en Gran Bretaña, Francia, Países Bajos y Dinamarca aceptaron a Copérnico. Los filósofos puros de otros países de Europa mantuvieron duras posturas contra él durante otro siglo más.
Fue realmente creativo. Su método científico, aunque determinado por los horizontes del conocimiento y creencias contemporáneos, era aun así idealmente objetivo. Éticamente, sus acciones a lo largo de su vida dieron testimonio hasta el más alto nivel. Toda la obra posterior de Copérnico nace orgánicamente de la tradición de la escuela cracoviana de astronomía. De esto era consciente el mismo astrónomo. Las nuevas bases de la astronomía, o sea el triple movimiento de la Tierra y el sistema planetario heliocéntrico, no modifican los detalles de la teoría del movimiento de la Luna. Sin embargo, la vieja teoría adolecía de errores ya advertidos por Copérnico y cuya crítica era al menos uno de los puntos de partida para la formulación de la nueva astronomía.
Encontramos en la red el siguiente dato, no es casualidad que las observaciones y las especulaciones de Copérnico sobre la teoría del movimiento aparente del Sol hayan coincidido con el reinicio de la discusión acerca de la reforma del calendario. El error que afectaba al calendario juliano, debido a una inexacta apreciación de la duración del año llegó en el siglo XVI a diez días. Entre los grandes eruditos de la Revolución Científica, Copérnico era matemático, astrónomo, jurista, físico, clérigo católico, gobernador, administrador, líder militar, diplomático y economista, junto con sus extensas responsabilidades, la astronomía figuraba como poco más que una distracción. Para terminar, podemos indicar que la expresión revolución copernicana o giro copernicano ha pasado a ser popularmente sinónimo de cambio radical en cualquier ámbito.
Fotografía perteneciente al contenedor de imágenes de Google. Código: diez_t22.jpg |
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