Las aves usan marcas del terreno, señales visuales, olores, sonidos, la posición del Sol y las estrellas e incluso el campo magnético terrestre para la orientación "hacia casa" y la navegación.
Los animales que se desplazan por el aire o por el agua corren el riesgo de ser barridos por las corrientes y verse desplazados lejos de su lugar de residencia, aunque es notoria la capacidad de estos animales para navegar en terrenos desconocidos y masas de agua, a través de largas distancias y las habilidades navegadoras de los animales, han estado rodeadas de un aura de misterio debido a nuestro limitado conocimiento de las señales que usan para orientarse. Las especies navegantes y las que tienen costumbre de volver al habitáculo utilizan distintos sistemas sensoriales.
Fotografía perteneciente al contenedor de imagenes de Google. Código: 26500503-Ilustraci-n-con-cabeza-de-ave-contra-c-rculos-de-colores-y-el-mundo-como-alegor-a-de-animales-sistem-Foto-de-archivo.jpg |
Muchos animales son auténticas brújulas horarias, ya que, algunas aves navegan sobre vastas extensiones de océano carentes de señales terrestres. El mecanismo, poco conocido para la orientación con compensación de tiempo respecto a marcadores celestes, generalmente se denomina brújula horaria y con el fin de compensar la rotación de la Tierra respecto a las referencias terrestres, las aves, abejas y otros navegantes celestes utilizan "relojes internos". Si un ave o una abeja son colocados en una pauta día-noche con el alba y el crepúsculo cambiados en varias horas, introducirán el horario incorrecto en su brújula horaria interna y se orientarán, con una desviación de la brújula equivalente a la desviación artificial de fase en el ciclo día-noche. Evidentemente, las señales utilizadas como guía hay que buscarlas en las marcas visuales y también, en la orientación y navegación basada en el Sol y en las estrellas. No resulta tan clara la posibilidad de utilizar el campo magnético y electromagnético terrestre para estos fines de orientación, comprobándose que las aves tienden a desplazarse al azar o en espiral hasta alcanzar la línea de costa una vez allí ponen rumbo directo hacia sus lugares de nidificación. Por su parte, se ha demostrado que alterando el campo magnético en las proximidades de palomas y gaviotas, con pequeños imanes, puede desorientarse a las aves si son liberadas lejos del lugar en días nublados. Se supone que la detección del campo magnético terrestre, con sus líneas de furza magnética dispuestas de norte a sur, proporciona a determinadas aves una especie de brújula de orientación, utilizando sólo de sustituto cuando falta la luz solar.
¿Puede un animal detectar directamente el campo magnético?. Esta pregunta no puede ser respondida con certeza en estos momentos. Sin embargo, se ha encontrado magnetita (un material magnético de origen biológico), en una pequeña estructura de color negro situada entre el encéfalo y el cráneo de las palomas, al igual que las ballenas pelágicas. Cualquier alteración del campo magnético, puede ser de importancia capital para muchas especies pues se ha comprobado que los embarrancamientos catastróficos de estas ballenas en aguas costeras desconocidas, están relacionados con los períodos de perturbaciones geomagnéticas en las áreas en las que nada extraviadas.
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